05/10/10

DESDE HUATUSCO

Roberto García Justo.

LA MISERICORDIA es una actitud propia de los hombres, desde el momento en que se declara socialmente inteligente y solidario. Se manifiesta cuando se socorre a los demás que padecen quebranto en su salud, propiedad o familia. Es en esos instantes de desconcierto, individual o colectivo, en que aparece la mano generosa para confortar y hacer menos doloroso y triste el trance. Este sentimiento de compasión por los que sufren y que impulsa a prestarles ayuda de distintas formas, no debe confundirse con lástima. En virtud de que las buenas acciones deben ir acompañadas de pensamientos bondadosos, sin temor de caer en falsas ideas de obtener un beneficio a cambio.

La mejor manera de compartir una ración de nuestra comida o producto del trabajo, con los que están imposibilitados, es hacerlo en silencio. Porque, “cuando des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace la derecha”, el mismo trato que le damos a otros, tarde o temprano lo recibiremos. Por encima de todo hay una verdad, y es que liberando a otros el peso de nuestra condena, hace posible absolvernos a nosotros. El egoísmo tiene su razón en aquellos que sufren limitaciones de todo tipo, encontrando su curación cuando donan parte de su beneficio.

Hoy el Estado de Veracruz, tiene una prioridad que resolver. Algo que surgió de la nada y se convirtió en pesadilla para una parte de los habitantes de la franja bañada por ríos y lagunas. Ahí se concentró gran cantidad de líquido, que con su poder obligó a emigrar a las comunidades encontradas por su paso. Y no paro en inundaciones, ya que también los deslaves hicieron daños a casas y cultivos. A pesar de que el huracán “Karl” pasó a mejor vida, las pérdidas están prendidas de una balanza, en busca de su evaluación. Algo que creemos puede ser incierto por su volumen y dimensión.

La solidaridad se manifiesta de muchas partes del mundo. Los centros de acopio se multiplicaron. Y con esto las suspicacias. Por parte de empresarios, las donaciones están fluyendo. Artistas, comerciantes, trabajadores y profesionistas, acuden a dar lo que a su nivel alcanza. Hay certeza para recuperar parte de la pérdida, no debe prevalecer la desconfianza y el desanimo, la fe y la confianza son armas de mucho valor en estos momentos en que la vida es lo mas importante.

Para hacer un comparativo, les comparto lo siguiente: “La lluvia se cae junto con el cielo en la capital de la Nueva España. El agua arrastra casas de indios, chozas, las más débiles, la gente se ahoga junto con el ganado. Se inundan los sembradíos, se pierden las cosechas de los agricultores que tenían cifradas sus esperanzas en poder llevar sus productos a los mercados para venderlos a buen precio. Las pérdidas son escandalosas. El hambre amenaza. La ciudad aislada. Los caminos destruidos. No hay carbón ni fruta ni hortalizas ni aves ni maíz, ni agua potable. Las infecciones no se harán espera. Los ríos se desbordan. La desesperación cunde. Reparar los daños llevará mucho tiempo.”

“El año de 1692 empezará con los comales y los metates vacios. Todo escaseará, menos las muertes y la violencia…Por si lo anterior fuera poco, todavía se produce un eclipse de sol, la inequívoca señal de que vendrán malos tiempos, un pésimo presagio, el heraldo histórico de la inminente catástrofe. Las aves, desconcertadas, caen al suelo a mitad de su vuelo. Los perros aúllan enloquecidos y corren para todos lados. Las mujeres gritan como si se fuera acabar el mundo. Muchos hombres se ponen de rodillas en plena calle invocando a Dios, en tanto otros corren a sus casas para rodearse los tobillos con cordones de cascabeles y salir a bailar danzas rituales a fin de apagar el coraje de los dioses. El trigo escasearía. Todo lo malo estaba por ocurrir. No habría tortillas no mucho menos carne para hacer un taco”… ( “Arrebatos Carnales”. Francisco Martín Moreno).

Con estos antecedentes, suponemos que el invierno será difícil y lleno de carencias. Tomando en cuenta que no estamos superando viejos moldes de la economía implantada desde el centro. Claro que esto no es novedoso, antes los resultados fueron acomodados con pinzas, de tal forma que las derrotas se convertían en triunfos. La realidad es que la mayoría de los Huatusqueños, dieron su granito de arena para hacerlo llegar a los sitios siniestrados. Hay voces de condolencias y a su vez oran porque las cosas no se salgan de un control sin límites. Pero también se oyen críticas que se deben tomar en consideración, con el fin de prevenir al máximo estos quebrantos. gajustoro@hotmail.com